28 marzo 2014

Hombre-medusa.

Sin previo aviso. Levitando lo inevitable. Le roza tímidamente, sólo una vez. 
Al despertar exprime cuatro o cinco naranjas. Mira por la ventana, cruza las piernas, se recoge el pelo hacia un lado. Supone que Steep hills of vicodin tears ha estado sonando durante todo el encuentro. Se abrocha la sonrisa y mira la foto de aquel verano en el pueblo de Martín. Sospecha que va a ser una mañana larga y complicada, llena de porqués y de puertas que se cierran bruscamente. Martín ya no está, nadó hasta lo infinito, se fundió en coral. 
En mi vientre.

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