18 abril 2011

[Segunda parte]

Cansada de la obscena subjetividad en que se ve atrapada a diario por ser la "hija de", se juró no revelar nunca su secreto. Las gentes se preguntan dónde irá cada jueves, con quién se estará viendo. Sólo pretenden alimentar sus no-vidas con migajas ajenas. A la fuerza, se ha convertido en una gran estratega: su falsa sonrisa es en realidad su gran aliada para jugar, una vez por semana, al despiste. Recuperar el aliento, poder poner los pies en la tierra sin sentir nauseas.
Toda la perfección que la rodea se esfuma cuando entra en esos 60 metros cuadrados. No hay espejos ni títeres que la cortejen, no hay metas regaladas. Un colchón y esa mirada indiscreta que la despoja de sus demonios logran convertir esa hora de libertad en la droga más pura.


Adicta, volverá cada jueves a por más.