30 enero 2010


Tengo el paladar oxidado de no recordar a qué saben. Me chirría el corazón cada vez que despierto de un sueño en el que nos hemos vuelto a cruzar. Barajo las opciones y los delirios. El oasis se ha secado y me han crecido bigotes felinos cuando pienso en volver a marcar ese 6...ya no recuerdo cómo seguía el número de teléfono y es el primer indicio de tu olvido. Desayuno aire contaminado cada mañana y los días son cada vez más cortos. Me duermo tardíamente a la espera de alguna confusión que me haga sentirme más viva. Construyo paredes con materiales del pasado y los dejo a medio acabar, repletos de ojos que no ven, sólo perecen abiertos. Escucho cómo se podría construir un hogar en una canción de Cinematic Orchestra, y el cerebro scratchea mentiras oníricas. Rondan por mi cabeza pensamientos de cartón con los que construyo muros. Tengo sueños que humedecen mis entrañas que se arañan entre ellas a ver quien teje más rápido la felicidad ficticia. La vida consciente o el sueño real. Me siento en la silla que cuelga del techo con un reloj de arena dibujado en la frente. Tempus fugit. ¿ Y si no fuéramos más que un instante recordado eternamente?

Fotografía, Mimbres en Plaza Trinidad, Granada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario