26 enero 2010

Musicalmente extasiada


Seguir rodando sin parar aunque la silla que cuelga del techo cada vez sea más trémula. Más carnaza de la incomprensión, del sin sentido que acaricia mis ojos cavernosos. Aproximarse a algo que al tocar con las yemas de los dedos se difumina entre los naranjos disfrazados de castaños. Alumbrada, descosida, manchas de color rojo por dentro. Ideas felinas. Ahora siempre es nunca. Me está matando el 3 x 4 y la compota de tabaco rubio sin afluentes.

Fotografía: rincón de Granada, al lado de San Agustín.

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