21 octubre 2010

Cloruro de Sodio

Ayer soñó que volvía a ser la chica con las gotas de mar salada en la espalda. Lo recordaba justo ahora cuando escuchaba el Everything is new e intentaba decidir si le gustaba o le deprimía hasta la médula.

¿A quién pretendes engañar cuando piensas en no perder la compostura? (suena el teléfono)

Nunca dejó de ser la chica, sólo que a veces se mostraba como esa, esta o aquella, por si el arañazo se hacía más intenso que la caricia y necesitaba un paracaídas.

Sólo necesitaba - sin saberlo- algún capitán que gritara ¡Adelante!, para, entre tantas mareas y mareos, seguir remando lejos de esa orilla tan contaminada, con mayores sonrisas que las de antes, si cabe.


Y para sentirse más anónima al final de cada raya cambiar el "me" por el "se".

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