24 agosto 2010

Apertura. Aprendiendo del arañazo.

La mano se abre, despliega sus dedos hacia lo extraño.
Explosión, fuga de sí hacia el mundo.
Pero cuando la mano se encuentra con el mundo, objeto o sujeto, cosa o ser humano, los dedos no se cierran para coger, para imperar, sino que se tienden abiertos, manumisores.
La mano se hace caricia.
La caricia se opone a la violencia del arañazo.
La caricia no es un saber, sino una experiencia, un encuentro.
La caricia no es un conocimiento del ser, sino su respeto.
La caricia no es ni poder ( ni posesión) ni violencia, sino ternura.
No es fusión sino relación.
Enigma de una relación sin relación.

Marc-Alain Ouaknin, Elogio de la caricia
Ed.Trotta 2006

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