Es cobijo de situaciones amargas y espectador de los encuentros más dulces. Hace posible el tarareo de canciones que recuerdan grandes momentos. Sangra en ocasiones y se reseca en las frías noches de invierno.
Mi paladar y yo guardamos una vieja y estrecha amistad.
Te quedaste enganchado en él sin apenas tocarme...en Otoño vuelves a florecer.
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