Hay tantas maneras de atarse los zapatos como maneras de ver las cosas. Y yo no ceso de enganchar con cola blanca trozos, retales, respiraciones que asumo que construyen el andén por donde ha de pasar el tren que una vez cogí, del que huí y al que quise volver a subir pero ya se había marchado a paradero desconocido. Y lo creo firmemente, y me suelo engañar para poder pegar ojo, con la misma cola blanca.
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